La guerra aérea simbolizada por el fotógrafo Capa se ha convertido en icono de los conflictos del siglo XX. Al principio de su libro sobre la historia de los bombardeos aéreos, Thomas Hippler recuerda el lanzamiento de una bomba a mano por el teniente italiano Giulio Gavotti en un campamento libio el 1 de noviembre de 1911. Por consiguiente, los bombardeos de las guerras coloniales son anteriores a los que perpetraron los ejércitos fascistas sobre la población española durante la Guerra Civil. Esa modalidad bélica representa una violencia inaudita. Lleva a la masacre desenfrenada de poblaciones civiles. Sin embargo, la historia de los bombardeos aéreos ha dejado una huella discreta en la memoria colectiva, quizás porque los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial no fueron todos fascistas. El historiador estadounidense Howard Zinn, que participó en los de Royan, cerca de Burdeos, en 1945, ha puesto en tela de juicio su justificación. Pero, desde entonces, no dejaron de realizarse masivamente en numerosos conflictos, causando una pérdida colosal de vidas humanas. Su historia merece ser mejor conocida y enseñada, examinando sus consecuencias y aunar un compromiso internacional para lograr su final.
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