“Versos como bombas” recoge la respuesta de la poesía a la barbarie de la guerra civil, o “incivil” como la denominó el reportero gráfico Alfonso Sánchez Portela, impactado por los cadáveres que hubo de fotografiar durante los tres años de contienda. En la búsqueda de material gráfico en la prensa sobre los bombardeos de la capital, se han localizado textos censurando el ataque a la población civil y especialmente a los niños, y entre ellos la “Oda a los niños de Madrid muertos por la metralla” de Vicente Aleixandre, publicada en el diario “Ahora” el 18 de enero de 1937. El poeta de la generación del 27 tenía entonces 38 años, y su físico escultórico de “señor de bien” guardaba la sensibilidad del hombre herido por tanto niño muerto. Y compuso el canto lírico, dedicado a cuantos sufrían. También a los que cayeron en el entorno de Peironcely, junto a la casa que Robert Capa fotografió y de cuyos agujeros de metralla brotan hoy los versos como bombas. En el juego de la vida, la casa de Peironcely se funde hoy con la del poeta (antes llamada Velintonia). Allí, en su jardín, disfrutaba comiendo las naranjas que cortaba para él Miguel Hernández, y fue allí donde escribió: “Ríos de niños muertos van buscando un destino final, un mundo alto. Bajo la luz de la luna se vieron las hediondas aves de la muerte: aviones, motores, buitres oscuros cuyo plumaje encierra la destrucción de la carne que late”.